A medida que fue creciendo la hija de 5 años del médico cartagenero Rafael Andrade, fue presentando signos de no sentir dolor. Ella es una de las pocas personas en el mundo que nació con una patología denominada Cipa (Insensibilidad Congénita al Dolor con Anhidrosis, en español).
"El dolor como el amor es quizá una de las experiencias más humanas. Es un elemento único y personal. No hay dos dolores iguales ni siquiera en la misma persona. No duele igual en la ma-ñana que en la tarde, en la noche que en el día, si se tiene dinero que si no se tiene, si se está solo que si se está acompañado", dice el médico Carlos Francisco Fernández, miembro de la Junta Directiva de la Federación Latinoamericana para el Estudio del Dolor y neurofisiólogo del dolor.
Analgésicos, cirugías, estimuladores eléctricos, fisioterapia, son apenas algunos de las múltiples herramientas que ha desarrollado la medicina para mitigar esa incómoda sensación que quizá nadie quisiera experimentar: el dolor.
Sin embargo, "quienes nos dedicamos a ello, todavía vemos muy distante la eliminación del dolor. No hemos podido siquiera borrar uno solo. Simplemente lo calmamos", dice Fernández, quien hace apenas unos días publicó su cuarto libro dedicado al tema: Dolor en el Adulto Mayor.
Pero, como reconoce el mismo Fernández, "si bien el dolor es un problema que a nadie le gusta sentir, parece ser mucho más problemático no sentirlo. Esta es una condición muy particular, si se quiere exótica".
Hay menos de 100 casos de Cipa reportados en el mundo, hasta el 2007 (17 casos documentados en los E.U. y 67 en Japón, donde ya existe la única asociación de pacientes con esta en-fermedad). Se han identificado algunos pacientes con estas características en Latinoamérica: uno en Panamá y tres en Colombia (dos en Cartagena y uno en Manizales.
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